Perfiles Urbanos
Exclusivo de NOVA

Paola Figueroa arriesgó su vida cuando se tiró al río para salvar a una persona que sufrió un ataque de pánico

La noche del rescate, mojada y con los vestigios del heroico hecho en el río.
Paola en su trabajo.
Paola Figueroa fue distinguida por el intendente Mauricio Davico por su “responsabilidad, el compromiso y la valentía en el cuidado de los ciudadanos” (Municipalidad de Gualeguaychú).
En una de las muchas notas periodísticas tras su invalorable gesto.
Foto de 9 años antes de la noche que la hizo conocida en la argentina.
Actores heroicos como los de Paola, deberían ser tomados como ejemplo.

Figueroa fue distinguida por el municipio de su ciudad, Gualeguaychú, tras rescatar a un joven hombre que tuvo un ataque de pánico en medio del río Gualeguaychú. La mujer, que hoy tiene 44 años, trabaja en Higiene Urbana del municipio y es una luchadora sin lugar a dudas, no conoció a su madre, se reencontró con su padre recién hace 5 años y cría sola a sus tres hijos.

Paola no dudó un instante, a lo lejos apenas escuchó los gritos desesperados de un joven que se estaba ahogando y pedía denodadamente socorro, la joven madre corrió alrededor de 500 metros para ir a su rescate. Cabe destacar que era medianoche del sábado 10 de febrero de 2024 y su primer día de trabajo, luego de tres meses de licencia médica por una lesión en su tobillo.

Si bien trabaja en Higiene Urbana, de la Municipalidad de Gualeguaychú (desde hace siete años), justamente en esa oportunidad realizaba asistencia como personal de refuerzo del área de Defensa Civil Municipal en el Parque Unzué, el icónico espacio de la ciudad de los carnavales, situado a orillas del río Gualeguaychú, y que comprende nada más ni nada menos que 120 hectáreas.

“Estaba con una compañera cuando escuché el grito. Miré desde donde estaba y al ver que pese a que había gente cerca nadie hacía nada, no lo dudé: corrí, pasé el puente, llegué a la orilla, me saqué las zapatillas y me tiré”, relató la anécdota como si contara que “levantó un papel del suelo”, con total tranquilidad.

Según supo después, el hombre —del que luego perdió el rastro— se había tirado antes para rescatar a dos chicos que nadaban en el río Gualeguaychú. “Eso fue lo que decía la gente, pero no sé si fue así", señaló. El tema es que el hombre entró en pánico y no podía nadar hasta la orilla, recordemos que eran las 12 de la noche, y generalmente en esos horarios se pierde en cierta forma la orientación y la costa, lo que presumiblemente podría haber generado el estado de desesperación del hombre. Estaba muy asustado y tiraba manotazos, como era grandote de cuerpo, le hablé para que se calmara, no sé cómo hice, pero lo pude calmar y agarrar para llevarlo a la orilla”, contó la mujer de 44 años que por esta impactante acción fue distinguida por el municipio de la ciudad.

Minutos después se tiraron otras dos personas para ayudarla a sacar al hombre del agua. “Entonces, como ya vi que estaba bien y a salvo, me fui y atrás quedó el tumulto de gente”, relató Paola.

La dura vida de Paola

“Quizás me hice una coraza para no tener en la memoria momentos feos ni tristes, pero casi no recuerdo nada antes de los 5 años o de los 9, cuenta, tampoco quiero hacerlo porque no hay nada bueno. No conocí a mi mamá, a los 9 me enteré de que tenía una hermana mayor, que estaba en hogares de chicos y me llevó a uno. Anduve de hogar en hogar; a los 14 me quisieron adoptar en Buenos Aires, pero no salió bien y comencé a criarme sola: empecé a trabajar con cama adentro en casa de familias. No la pasé nada bien”, resume lo triste y da paso a lo bueno, relató con cierto aire de tristeza.

“A mi mamá no la conozco, no sé quién fue. Sé que mi papá me tuvo con él hasta los 5 años, pero no lo recordaba. Hace 5 años lo volví a ver. Con el tiempo conocí o supe de mis hermanos, somos siete”, cuenta y quiere ir a lo bueno, al primer momento en que se sintió feliz. “A los 19 años, cuando nació mi primera hija. En el momento de verla... ¡No puedo explicar lo que sentí!”, dice sobre el instante en que le juró que jamás padecería sus pesares ni carencias, contó.

Tuvo tres hijos más y desde hace 15 años los cría sola. “Soy su único sostén. Me tienen sólo a mí”, acotó. Es por ellos que, pese a lo insalubre de su tarea, hace más de un año pidió dejar la mesa de entrada de la Municipalidad para sumarse al equipo de Higiene Urbana junto a Marisel, una compañera, y convertirse así en las primeras mujeres en desempeñar esa tarea en la ciudad carnavalesca.

“Trabajo en los camiones de recolección de residuos. Voy colgada en la parte de atrás. Corriendo y tirando las bolsas al camión”, nos contó. Esas bolsas, muchas veces se convierten en peligrosas porque aún no hay recaudos a la hora de cómo dejarla para que las y los trabajadores que la recolectan no tengan accidentes.

“Lamentablemente, mucha gente sigue metiendo los vidrios en bolsas y no en cajas, entonces nos exponemos a cortes, lastimaduras y tantas cosas. Por suerte, con el tiempo aprendimos a agarrarla de alguna manera, pero bueno”, afirma. Debido a la corrida constante, no puede usar barbijos ni otro elemento que la ayude a lidiar con los malos olores ni con los ruidos fuertes propios del camión mientras muele los desperdicios, acota.

Allí pasa seis días a la semana y aunque cumple 7 horas diarias, desde las 11.00, el tiempo arriba del camión depende de la necesidad de la ciudad. “Aunque es de día, el trabajo tiene sus riesgos porque vamos por montaña de tierra, por calles de tierra, barro, pozos y el dónde se pisa es un tema. Acá estoy desde hace un año, pedí el cambio por el salario. Necesitaba el dinero porque ya nada alcanza para vivir y menos para una madre soltera que tiene que mantener a su familia”, relata.

A pesar de que el destino parecía haberle jugado en contra, hizo caso omiso a su suerte y jugó con toda la fuerza. “Pude haberme drogado, hacer cualquier cosa, pero no. No quise. Ya con mi primera hija la vida se encaminó y con el tiempo pude hasta hacerme mi propia casa. Mi casa la hice sola. Vivo en el Barrio las Luchadoras, un proyecto que armó el intendente Martín Piaggio, que es el primer barrio en el que los habitantes tenían que hacer la construcción y aprendí todo. Éramos 12 mujeres, en total. Me anoté y después de 17 años me llamaron para decirme que podía construir mi casa. Comenzamos limpiando los terrenos, haciendo los pozos, los cimientos... ¡todo!”. Hoy ver el resultado la llena de emoción.

Como le ocurre a muchos en el país, el sueldo no le alcanza y se las rebusca como puede. “Hago tortas fritas y rosquitas para vender. Me la rebusco de todas formas y si tengo que salir a laburar a la tarde lo hago, sino no se llega a fin de mes y ahora que están por comenzar las clases, menos”, contó.

Actores heróicos como los de Paola, que con determinación y valentía, se las jugaron por el otro, deberían ser tomados como ejemplo de vida para todos nosotros.

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