Opinión
Un magro aumento de Bahl

Claros y oscuros de una intendencia de espaldas a los trabajadores

Andrés Fernández Iglesias es Secretario de Prensa de la Mesa de Conducción Nacional Organización de Trabajadores Radicales (OTR).

Por Andrés Fernández Iglesias (*)

Expongo estas ideas ante el nuevo aumento concedido por el Ejecutivo Municipal a los trabajadores de la Municipalidad de Paraná.

Me expreso así “… aumento concedido por el Ejecutivo Municipal…” porque, tal como sucedió, significó conceder el magro aumento mediante decreto, sin consensuar, sin sentarse en una mesa amplia, sin siquiera mirar con ojos de piedad -sí, digo “piedad” frente a los salarios tan bajos que poseen los empleados municipales de esta ciudad, capital de provincia-.

En ese marco de situación, el Presidente Municipal con decreto en mano y haciendo jactancia de la nunca mejor frase “aquí mando yo” dio a los trabajadores un 12 por ciento de aumento.

Ese incremento es un porcentaje que, al final de la historia y llevado a los salarios concretos, significa mucho menos de lo que parece y, por ello, deviene en un terrible cuento. Según considero, es así porque ese porcentaje llevado a un sueldo mínimo de los existentes en el Municipio de Paraná, muy poco significa y escaso efecto restaurador tiene en los ingresos de los trabajadores.

Vale advertir que el porcentaje de aumento no aplica sobre el sueldo mínimo de acuerdo al salario mínimo vital y móvil vigente en el territorio nacional puesto que, en el ámbito de Municipal local, el mismo no rige.

Si se me permite y haciendo un poco de historia reciente, según el Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, las cifras para este año 2022 han sido las siguientes: en septiembre, el salario mínimo fue de 51.200 pesos; en octubre, de 54.550 pesos; para llegar a los 57.900 pesos en noviembre. Se trata de la tercera actualización de ese valor en 2022, que en enero era de 33.000 pesos.

Todos estos números deberían ser los mínimos en la administración pública municipal de Paraná, pero como anticipé, ello no sucede.

Sí, así de claro. Pero les invito a verlo en cifras concretas: según la escala salarial del municipio de agosto de 2.022, a la categoría 1 inicial correspondía un haber de 18.061,90 pesos.

Sí señores. La cifra no obedece a un error de tipeo. Lo que leen era el sueldo inicial en agosto del año en curso y está muy lejos de los 33.000 pesos del salario mínimo vital y móvil de ese momento.

Veamos otro ejemplo: en el mes de noviembre un trabajador con 6 años de antigüedad con la categoría 17 -vale advertir, es una categoría alta- ganaba de básico 32.762,44 pesos. Aquí tampoco se llegaba al salario mínimo vital y móvil.

Esto es lo que el intendente Adán Bahl no quiere decir: aunque aumente un 300 por ciento seguiríamos por debajo de la canasta básica. Parece que resulta preferible decir una verdad a medias que, por ello mismo, no es toda la verdad.

Sostener que da un 96 por ciento de aumento podría ser verdad, pero ¿cómo impacta en los haberes de los trabajadores? Eso no lo dice. Lo que dice es un número que se oye bonito.

Pero la realidad es otra. Cuando ese trabajador cobra sus haberes líquidos que no llegan a los 90.000 pesos y con eso debe, no solo pagar su alquiler sino alimentarse, vestirse, proveerse salud, educación esparcimiento -tanto para sí como para su familia- todo lo que pueda decirse choca contra la más cruda realidad y los discursos se desvanecen.

Por eso, señor intendente ¿es eso lo que es usted? ¿no es visible el gran sacrificio de los trabajadores municipales que desde hace años están postergados?

A ello se agrega que ahora las entidades gremiales tampoco son escuchadas: la prueba está en que, en lugar de paritaria, sólo hay decreto.

Y el decreto trae miedo al empleado. Sí, en pleno siglo XXI han logrado que se le tema al gobierno. Eso es un cóctel adecuado para gobernar como ya dijo siglos atrás Maquiavelo en “El Príncipe”.

Miedo a que se practiquen descuentos sobre los ya magros ingresos de sus afiliados. Miedo a expresar lo que se piensa porque también pueden ser sancionados con la creación de códigos de descuentos por asamblea por ejemplo y así seguimos dando la espalda a quien sostiene y hace posible que toda la estructura funcione, que es el empleado. Ese a quien el gobernante no escucha ni ve.

Espero que prontamente se terminen estas prácticas de antaño que han derribado bibliotecas enteras de derechos de los trabajadores.

A todos estos atropellos y desconsideraciones decimos en voz alta ¡NUNCA MÁS!

(*) Andrés Fernández Iglesias es Secretario de Prensa de la Mesa de Conducción Nacional Organización de Trabajadores Radicales (OTR)

Lectores: 1387

Envianos tu comentario