Florencia Bordet es la hija del primer matrimonio de Gustavo Bordet, gobernador de Entre Ríos, y la mamá oriunda de Chajarí. La falta total de interés por las actividades protocolares y de funciones de su padre se hizo notar cuando, mientras Bordet (Gustavo), daba la orden de iniciar una guerra abierta contra el narcomenudeo, ella se auto bautizó en las redes como “Florecita Cucumelo” y se mostró como una ferviente defensora de las setas alucinógenas y la marihuana.

Increíblemente y a pesar de existir una gran cantidad de profesionales ociosos en Entre Ríos, Bordet nombró a su hija Florencia, cuyo currículum desvaría entre los tatuajes y las actividades circenses y los desnudos artísticos, como directora Administrativa de la Administradora Tributaria de Entre Ríos (ATER). La decisión fue tomada apenas meses después de que el por entonces presidente, Mauricio Macri, firmará un decreto para terminar con el nombramiento de familiares en la administración pública.

Hay que señalar que la jovencita Florencia, acusó el movimiento del padre y optó desde ese entonces, por un nombre algo más discreto en Instagram y lo cambió a “florbordet”. Sin embargo, poco y nada se supo de su interés en la administración pública. Lejos de ello, soltó la temática de la marihuana y los alucinógenos para especializarse en fotos supuestamente artísticas, en la que luce desnuda.

Gustavo Bordet, es quien ahora debería explicar bajo qué fundamentos eligió como administradora de los tributos entrerrianos, con un inusual contrato actual de aproximadamente 300 mil pesos y que se extiende hasta el año 2040, a alguien cuyo único interés pareciera radicar en las drogas, el nudismo y las artes callejeras.